Una aproximación a Foucault, verdad, poder y la era digital



Photo: Mario Borghetti



 Introducción:

Este ensayo busca definir conceptos a la luz de la era digital, la postverdad y las relaciones entre el poder y la verdad desde la perspectiva de Foucault, ya que sus teorías nacieron antes de la era digital, pero su pensamiento está vigente para analizar los procesos y relaciones entre el poder y la verdad en la era actual.

El texto a analizar es un fragmento del libro de Foucault “Un diálogo sobre el poder”.

Foucault fue un filósofo estructuralista francés, que vivió en el siglo XX (1926-1984).

Este fragmento trata sobre la relación del poder y la verdad, Foucault lo analiza desde el punto de vista político-económico, social-histórico.



Estructuralismo:

El estructuralismo es un enfoque de las ciencas humanas que creció, hasta convertirse en uno de los metodos mas utilizados para analizar el lenguaje, la cultura y la sociedad, en la segunda mitad del S. XX.

En terminos amplios y básicos el Estructuralismo busca las interrelaciones (las estructuras) a través de las cuales se produce el significado dentro de una cultura. De acuerdo con esta teoría, dentro de una cultura, el significado es producido y reproducido a traves de varias prácticas, fenómenos y actividades que sirven como sistema de significación.

En la teoría foucaultiana, el "sistema de significación" se refiere al conjunto de reglas, prácticas y discursos a través de los cuales una sociedad construye, organiza y comunica significados. Estos sistemas no son neutrales ni universales, sino que están íntimamente ligados a las relaciones de poder y al control del conocimiento. Según Foucault, la forma en que una sociedad define qué significados son válidos o verdaderos depende de las estructuras de poder que determinan qué discursos son legítimos y cuáles son marginados o reprimidos.

Dentro de este enfoque, el lenguaje, las instituciones, las normas y las categorías sociales actúan como elementos que organizan el campo de lo pensable y lo decible, es decir, determinan qué puede ser dicho y comprendido en un momento histórico dado. Estos sistemas de significación operan a través de los discursos que articulan saberes, prácticas y formas de subjetividad. Así, las palabras, los símbolos y las prácticas no son simples reflejos de la realidad, sino que constituyen la realidad misma dentro de un marco de poder.

Por ejemplo, en el caso de las disciplinas como la psiquiatría, la medicina o la criminología, los sistemas de significación definen quién es "normal" o "anormal", "sano" o "enfermo", "inocente" o "culpable". Estos sistemas permiten a las sociedades no solo clasificar a los individuos, sino también regular sus comportamientos, controlar sus cuerpos y ejercer poder sobre ellos.

Foucault argumenta que estos sistemas de significación no son eternos, sino que están sujetos a cambios históricos, ya que dependen de las transformaciones en las relaciones de poder. Un ejemplo claro de esto es su análisis del discurso médico o del discurso jurídico a lo largo de la historia, donde las categorías y las formas de saber cambian en función de las nuevas configuraciones del poder.

En la teoría de Foucault, los sistemas de significación son los mecanismos por los cuales se construye y comunica el sentido dentro de una sociedad, y están profundamente entrelazados con las dinámicas de poder que determinan qué significados se consideran verdaderos, válidos o legítimos en un contexto histórico determinado.


Lo que introduce el Estructuralismo no es la idea misma de estructura, que ya esta presente de forma continua a lo largo del pensamiento occidental, sino la eliminación en la misma de un concepto central que ordena toda la realidad, como las ideas platónicas o el Dios cristiano.


Fragmento:

“Lo importante, creo, es que la verdad no esta fuera del poder ni sin poder (No es a pesar de un mito del que habría que escoger la historia y funciones, la recompensa de los espíritus libres, el hijo de largas sociedades, el privilegio de los que han sabido liberarse). La verdad es de este mundo; se produce en el gracias a múltiples coacciones. Y detenta en el efectos regulados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su “Política General” de la verdad; es decir, los tipos de discursos que acoge y hace funcionar como verdaderos o falsos, el modo como se sancionan unos y otros; las técnicas y los procedimientos que están valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de quienes están a cargo de decir lo que funciona como verdadero...”

Análisis:

La verdad esta ligada al poder de manera muy directa, demostrado a lo largo de la historia (ya que mediante la experiencia vemos como quienes ostentan el poder, son quienes controlan la verdad…). Y por eso siempre relacionamos la verdad con el poder, ya que vemos el poder como un elemento represor de nuestra vida.

Cada sociedad tiene su “verdad”, y lo modifican a su conveniencia o necesidades.

Ej: El homicidio en Uruguay se condena con 35 años de cárcel, mientras que en algunos estados de USA se condena con la Pena de Muerte, y en otros se condena con Cadena Perpetua.


“…En sociedades como las nuestras, la “Economía-Política” de la verdad esta caracterizada por cinco rasgos históricamente importantes: La “verdad” esta centrada sobre la forma del discurso científico y sobre las instituciones económicas y políticas (Necesidad de verdad tanto por la producción económica como por el poder político); es objeto, bajo diversas formas, de una inmensa difusión y consumo (Circula en aparatos de Educación o de Información cuya extensión es relativamente amplia en el cuerpo social, a pesar de algunas limitaciones estrictas); es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos (Universidad, Ejercito, Escritura, Media); finalmente, es un envite de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social (Luchas “Ideológicas”)…”


Desde el punto de vista político la verdad esta basada en cinco rasgos fundamentales:

-La verdad surge sobre ciertos centros educativos y experimentales que se encuentran bajo el dominio político y ese dominio la condiciona.

-La verdad incentiva la economía y la política.

-La verdad se difunde por medios comunes, llegando a la mayoría de los individuos de la sociedad (girando en torno a la política)

-Las instituciones militares, educativas, o de comunicación no son las creadoras de la verdad, pero la manejan, la controlan, y la administran.

-La asimilación de la verdad esta librada al azar.


“…Hay un combate “por la verdad”, o al menos “alrededor de la verdad”, dejando claro una vez mas que por verdad no quiero decir “el conjunto de cosas verdaderas que están por descubrir o que hay que hacer”, sino, “el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero efectos específicos del poder”; y dejando claro también que no se trata de un combate “a favor” de la verdad, sino acerca del estatuto de la verdad y del papel económico-político que juega. Hay que pensar los problemas políticos de los intelectuales no en términos de “ciencia-ideología”, sino en términos de “verdad-poder”. Y es aquí donde la cuestión de la profesionalización del intelectual, la división del trabajo manual-intelectual puede ser planteada de nuevo…”


La verdad no es todo aquello que tomamos como cierto, sino la capacidad que tiene el individuo para distinguir lo verdadero de lo falso y a lo que es verdadero atribuirle el grado de verdad. Esa afirmación Foucault lo quiere asociar a lo económico y político.

Los conflictos no se dan directamente entre ideologías, sino entre las verdades que creen tener cada Ideología.


“…Todo esto debe parecer bastante confuso e incierto. Incierto, sí, y todo lo que digo es sobre todo a titulo de hipótesis. Para que sea un poco menos confuso, sin embargo quisiera avanzar algunas “proporciones” en el sentido no de cosas admitidas, sino solamente ofrecidas para ensayos y pruebas futuras-.

Por “verdad” entender un conjunto de procedimientos regulados por la producción, la ley, repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados. No se trata de liberar a la verdad de todo sistema de poder –sería una quimera ya que la verdad es ella misma poder- sino desligar el poder de la verdad de las formas de hegemonía (Sociales, Económicas, Culturales) en el interior de las cuales funciona por el momento.

La cuestión política, en suma, en el error, la ilusión, la consistencia alienada a lo ideológico; es la verdad misma.”


La verdad es el conjunto de procedimientos regulados por el estado.

Lo que Foucault quiere es desligar la relación que tiene el poder con la verdad, pero es difícil de lograr, ya que esa relación actualmente funciona.

En resumen, la cuestión política es la verdad misma.

Michel Foucault es uno de los filósofos contemporáneos que más ha analizado la relación entre poder y verdad, haciendo hincapié en cómo el poder no solo se ejerce a través de la fuerza física o la dominación visible, sino también a través de estructuras discursivas, saberes y mecanismos de control que muchas veces no resultan evidentes. Para Foucault, la verdad no es un concepto neutral, sino que está íntimamente ligada a las relaciones de poder; quien controla el discurso, controla lo que se percibe como verdadero.

A medida que el flujo de información en el mundo contemporáneo se ve afectado por la proliferación de noticias en plataformas digitales, las dinámicas entre poder y verdad se transforman, manifestándose de formas nuevas y complejas. Para entender esta interacción, exploraremos los siguientes puntos:


El poder y la verdad en la teoría de Foucault

Para Foucault, el poder no es simplemente una estructura coercitiva que se ejerce desde arriba, sino que es una red de relaciones que atraviesa todo el cuerpo social. En sus obras, como Vigilar y castigar y Microfísica del poder, Foucault desmantela la idea de que el poder solo reside en las instituciones o en individuos específicos. Más bien, el poder es omnipresente y se ejerce en todos los niveles de la sociedad, desde la familia hasta el Estado, pasando por instituciones como la escuela, la prisión y el hospital.

Este poder está vinculado al saber y, en última instancia, a la verdad. Foucault sostiene que el poder produce verdades; es decir, los regímenes de poder determinan qué es aceptado como verdadero en una sociedad. En este sentido, no existe una verdad universal y objetiva, sino "regímenes de verdad" que son construidos y mantenidos por sistemas de poder.

La noción de "verdad" en la obra de Foucault no es algo que pueda desvincularse del contexto en el que se produce. Lo que es considerado verdadero en un tiempo y lugar determinados depende de las dinámicas de poder que lo sustentan. Por ejemplo, la verdad científica o médica cambia a lo largo del tiempo, no solo por los avances en el conocimiento, sino también por las estructuras políticas y económicas que impulsan ciertos saberes sobre otros. Aquí es donde surge la noción de que la verdad es un constructo sociopolítico.

La producción de verdad en la era digital

Con la expansión del internet y las redes sociales, la producción y distribución de la verdad se ha democratizado en apariencia, aunque esto no signifique necesariamente una mayor pluralidad de voces o una mayor objetividad en la información. En el mundo digital, cualquiera puede crear y compartir contenido, lo que ha multiplicado las fuentes de información y ha cambiado las dinámicas tradicionales de poder en la producción de verdad. Sin embargo, también ha generado una saturación informativa en la que se hace difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso.

La "verdad" en la era digital es moldeada por algoritmos y grandes corporaciones tecnológicas que tienen el control sobre las plataformas en las que circula la información. Estas empresas (Google, Facebook, Twitter, etc.) actúan como intermediarios entre el contenido y el usuario, decidiendo qué se muestra y qué no, en función de intereses comerciales o ideológicos. Así, aunque pareciera que las redes sociales descentralizan el poder, en realidad existe una nueva forma de control que moldea la percepción de la verdad.

Además, el diseño de las plataformas está orientado a maximizar la atención y la interacción, no necesariamente a garantizar la veracidad de la información. Esto genera un entorno en el que la "verdad" está subordinada a la lógica del mercado, y donde las noticias más sensacionalistas, polarizadoras o que provocan una respuesta emocional más fuerte son aquellas que logran una mayor visibilidad.



La influencia de las redes sociales en la construcción de verdades

En las redes sociales, el discurso de la verdad está mediado por la viralidad. Lo que se considera "verdadero" o "falso" ya no es algo que dependa de un consenso informado entre expertos o de una investigación rigurosa, sino que está determinado en gran medida por cuán ampliamente se difunde una información. Las dinámicas de las redes sociales fomentan la creación de burbujas informativas, en las que los usuarios tienden a consumir contenido que reafirma sus creencias preexistentes, cerrando la posibilidad de diálogo con perspectivas diferentes.

Foucault hablaba del "poder pastoral", una forma de control que se ejerce a través de la individualización y la guía de los sujetos, algo que podemos ver reflejado en las redes sociales modernas. Las plataformas digitales no solo controlan lo que vemos, sino que también recopilan enormes cantidades de datos sobre los usuarios, lo que les permite influir en las preferencias y comportamientos de manera altamente personalizada. El poder sobre la verdad, entonces, se entrelaza con el poder sobre la subjetividad.

Esta personalización del contenido ha creado un fenómeno en el que los hechos objetivos pueden ser interpretados de maneras radicalmente distintas dependiendo de la comunidad a la que uno pertenezca, lo que ha debilitado la noción de una verdad compartida. Así, las redes sociales, más que generar un espacio de deliberación democrática, tienden a reforzar divisiones y consolidar regímenes de verdad fragmentados.

Las fake news y la manipulación discursiva

Uno de los fenómenos más visibles de la era digital es la proliferación de noticias falsas o fake news. Las fake news son un ejemplo claro de cómo la verdad puede ser manipulada para servir a intereses específicos en el contexto de las relaciones de poder contemporáneas. A menudo, las noticias falsas no son simplemente fabricadas, sino que apelan a emociones, prejuicios y miedos preexistentes en las audiencias, lo que las hace particularmente efectivas.

Foucault nos recuerda que el poder y el conocimiento están intrínsecamente relacionados; las fake news son una herramienta de poder en tanto que moldean las percepciones de la realidad y, por ende, influyen en las decisiones políticas, económicas y sociales. En un contexto digital, las fake news no solo buscan desinformar, sino que generan un ambiente de desconfianza generalizada hacia las instituciones tradicionales de saber, como los medios de comunicación y las universidades.

Este fenómeno también pone de manifiesto lo que Foucault denominaría como una "guerra por la verdad", en la que distintos actores (gobiernos, corporaciones, grupos ideológicos) luchan por imponer sus propias narrativas. En la era digital, estas guerras se libran a través de redes de bots, trolls y campañas de desinformación, que son mecanismos modernos de control discursivo.


El biopoder digital y la vigilancia

El concepto de biopoder, desarrollado por Foucault, refiere al poder que se ejerce sobre la vida, es decir, el control de los cuerpos y las poblaciones a través de regulaciones, normas y prácticas. En la era digital, el biopoder adopta una nueva forma: la vigilancia masiva. Las plataformas digitales, mediante la recopilación de datos, ejercen un poder sin precedentes sobre las vidas de las personas, monitoreando sus actividades, preferencias, movimientos y relaciones.

Este poder se justifica a menudo en nombre de la seguridad, la personalización o la eficiencia, pero en realidad crea un sistema en el que la verdad de cada individuo es recogida, analizada y explotada por actores con poder (gobiernos, empresas tecnológicas). Este tipo de biopoder digital es invisible, pero omnipresente, y redefine las fronteras de la privacidad y la autonomía.

La verdad, en este caso, se convierte en un recurso que puede ser explotado. Los datos que generamos diariamente al interactuar con dispositivos y plataformas no son neutrales; son utilizados para crear perfiles de comportamiento que son luego monetizados o utilizados para influir en las decisiones individuales y colectivas. Así, la verdad sobre quiénes somos y qué queremos se vuelve un campo de batalla en el que se dirimen las luchas de poder contemporáneas.


Michel Foucault nos proporciona una lente útil para analizar las complejas interacciones entre poder y verdad en la era digital. A través de sus conceptos de poder, saber y biopoder, podemos ver cómo las redes sociales y el entorno digital han transformado la producción de la verdad, generando nuevas formas de control y manipulación discursiva. En un mundo en el que la información circula de manera vertiginosa y fragmentada, las luchas por la verdad se han intensificado, y con ellas, las dinámicas de poder que las sustentan.

El desafío que enfrentamos hoy, tal como lo plantea Foucault, no es simplemente desentrañar qué es verdadero o falso, sino entender cómo se construyen las verdades y quiénes se benefician de ellas. Solo entonces podremos vislumbrar las formas de resistencia necesarias para desafiar estos regímenes de verdad y poder en la era digital.



El concepto de postverdad en la era actual:

La postverdad es un concepto que describe una situación en la cual los hechos objetivos tienen menos influencia en la formación de la opinión pública que los llamamientos a las emociones y las creencias personales. En un mundo de postverdad, las narrativas que apelan a las emociones, miedos o deseos de las personas prevalecen sobre la veracidad o la precisión factual. Esto significa que, en lugar de que las decisiones o creencias estén basadas en hechos verificables, se priorizan los sentimientos y las percepciones subjetivas.

El término "postverdad" ganó prominencia en el contexto político contemporáneo, especialmente a partir de eventos como el referéndum del Brexit en el Reino Unido, la elección de Donald Trump en Estados Unidos en 2016, también todo lo relacionado con los tres años de pandemia por Coronavirus a partir del 2020, e incluso, más recientemente, las narrativas emanadas por el gobierno de Venezuela tratando de esconder  el robo de las elecciones en Julio de 2024, por parte de Nicolás Maduro. La palabra sugiere que hemos entrado en una era en la cual la verdad ya no es un valor central en el discurso político y social, y donde las "verdades alternativas" o mentiras estratégicas pueden ser utilizadas para influir en la opinión pública.

La postverdad se caracteriza por:

Desinformación y manipulación: La difusión deliberada de noticias falsas o tergiversadas que buscan manipular las emociones del público.

Fragmentación del conocimiento: La existencia de burbujas informativas, donde las personas consumen contenido que reafirma sus creencias y no se exponen a puntos de vista diferentes.

Relativismo extremo: La idea de que todas las opiniones son igualmente válidas, lo que dificulta el consenso sobre hechos objetivos.

Prioridad de la emoción sobre la razón: Se apela a las emociones, miedos y deseos más que a la evidencia racional para influir en la opinión pública.

La postverdad es un fenómeno en el que la verdad pierde su primacía frente a la manipulación emocional, socavando la confianza en los hechos y erosionando el diálogo racional en la esfera pública.


El concepto de verdad en la modernidad: la perspectiva foucaultiana

Michel Foucault, a lo largo de su obra, desafía la noción tradicional de la verdad como un principio universal, objetivo e inmutable. En lugar de ver la verdad como algo independiente de las estructuras de poder, Foucault sostiene que el conocimiento y la verdad están intrínsecamente ligados al poder. Según él, lo que consideramos "verdad" en una sociedad es el resultado de una construcción histórica, donde las instituciones, las prácticas y los discursos legitiman ciertos saberes sobre otros. Esta "producción de verdad" está siempre mediada por relaciones de poder.

Foucault introduce el concepto de "régimen de verdad" para describir cómo cada sociedad define y organiza lo que cuenta como verdad. Este régimen no es algo estático, sino que evoluciona con las transformaciones sociales, políticas y económicas. Los discursos científicos, religiosos o filosóficos no son neutros, sino que están influidos por las fuerzas del poder que operan en un contexto determinado. En la modernidad, la verdad se vinculaba especialmente al progreso de la ciencia y la razón, con el auge de las instituciones modernas (escuelas, hospitales, prisiones) que Foucault analiza en Vigilar y castigar y La arqueología del saber. Estos regímenes de saber no solo producían "verdades" sobre el mundo, sino también sobre los sujetos (por ejemplo, el "loco", el "delincuente" o el "enfermo mental").

La relación entre poder y verdad en Foucault implica que aquellos que controlan los discursos de saber controlan lo que se acepta como verdadero. Esto también significa que la verdad no es un fin absoluto, sino que es utilizada como un medio para la gobernanza y el control social. En otras palabras, lo que se define como verdad depende de los intereses y objetivos de los poderes dominantes.


El surgimiento de la postverdad: una mutación de la verdad moderna

En un mundo "postverdad", los hechos objetivos parecen tener menos influencia en la opinión pública que las emociones o las creencias personales. La postverdad implica una condición en la cual las verdades fácticas pierden peso frente a las narrativas emocionalmente convincentes o ideológicamente convenientes.

Este fenómeno no surge en el vacío, sino que puede entenderse como una mutación de las dinámicas de verdad que Foucault ya había identificado en la modernidad. En lugar de ser una ruptura radical con el pasado, la postverdad intensifica la lógica de poder sobre la verdad que Foucault describió. Si en la modernidad la verdad estaba vinculada al progreso y la ciencia, en la era de la postverdad, esa confianza en la razón y el hecho objetivo se fragmenta. La multiplicidad de fuentes de información y la capacidad de cualquier individuo o grupo para crear "su verdad" a través de redes sociales y medios digitales desafía la hegemonía de los antiguos regímenes de verdad.

La postverdad, entonces, es un fenómeno en el que las verdades fácticas se ven subordinadas a las construcciones ideológicas. No es que los hechos desaparezcan, sino que se transforman en una herramienta más dentro de la batalla discursiva. Esto recuerda la noción foucaultiana de que la verdad siempre ha sido una construcción en función del poder. En la postverdad, lo que se intensifica es la capacidad de cada actor político, social o económico para construir su propia versión de los hechos, amparándose en la viralidad y la fragmentación del conocimiento.

Verdad y postverdad en la era digital

La era digital ha revolucionado las formas de producción, distribución y consumo de la verdad. En las redes sociales, la información circula de manera rápida y muchas veces sin filtros. Esta velocidad y accesibilidad han democratizado el acceso a la información, pero también han hecho más fácil la propagación de mentiras, rumores o datos sin fundamento. Las plataformas digitales como Facebook, Twitter e Instagram se han convertido en escenarios donde la verdad y la postverdad coexisten, y a menudo se confunden.

En el ecosistema digital, los algoritmos juegan un papel crucial en la construcción de la verdad. Los algoritmos priorizan el contenido que genera mayor interacción, lo cual a menudo significa que las noticias sensacionalistas o aquellas que apelan a las emociones tienen más visibilidad que los hechos comprobados. La "verdad", en este contexto, se convierte en algo que se mide en términos de "me gusta", "compartidos" y "comentarios", más que en su rigor o validez.

Foucault subrayó que el poder no se ejerce únicamente a través de instituciones formales, sino también a través de microprácticas que regulan la vida cotidiana. En este sentido, las plataformas digitales son nuevas formas de ejercer el poder sobre la verdad. Los usuarios se ven expuestos a burbujas de información, en las que las opiniones y creencias que ya sostienen se refuerzan, limitando la exposición a perspectivas divergentes. Esto alimenta la polarización y la fragmentación del conocimiento, contribuyendo a un entorno de postverdad donde la "verdad" depende de la comunidad digital a la que uno pertenezca.

Además, las "fake news" o noticias falsas son un síntoma claro de la era de la postverdad. A través de la diseminación deliberada de desinformación, ciertos actores pueden manipular la percepción pública, tal como los regímenes de verdad en el pasado estructuraban el conocimiento para controlar las poblaciones. Las fake news no solo engañan, sino que generan un ambiente de desconfianza generalizada hacia los medios tradicionales y las instituciones, erosionando aún más las fronteras entre lo verdadero y lo falso.

La política de la verdad: el poder en tiempos de postverdad

La postverdad plantea serios desafíos para las democracias contemporáneas. Si bien Foucault nos enseñó que la verdad siempre ha estado sujeta a las dinámicas de poder, el auge de la postverdad sugiere una aceleración y transformación de esas dinámicas. En el pasado, los regímenes de poder se sustentaban en la capacidad de controlar las narrativas y la producción de verdad a través de instituciones específicas (medios, academia, etc.). Sin embargo, en el contexto de la postverdad, este control se ha difuminado y se ha democratizado en apariencia, lo que no significa necesariamente una mayor libertad o pluralidad, sino una mayor capacidad para que el poder opere de maneras sutiles y fragmentadas.

En las sociedades contemporáneas, las campañas políticas, las corporaciones y los grupos de interés utilizan las estrategias de la postverdad para influir en las masas. La manipulación de las emociones, la apelación a los miedos y los deseos, y la fabricación de narrativas convincentes, aunque basadas en falsedades, son ahora herramientas comunes en la lucha por el poder. Foucault nos recuerda que el poder no es simplemente represivo, sino productivo; es decir, produce realidades, subjetividades y verdades. La postverdad es, en este sentido, una extensión de esa capacidad productiva del poder, donde lo que está en juego no es solo el control de los cuerpos, sino el control de las percepciones y las emociones.

El poder en la era de la postverdad también se ejerce a través de la vigilancia. Siguiendo la noción foucaultiana del "panóptico", las plataformas digitales actúan como dispositivos de vigilancia que recopilan datos masivos sobre los usuarios. Esta información es utilizada para personalizar la experiencia de cada individuo, lo que refuerza aún más la fragmentación de las verdades. Las empresas tecnológicas y los gobiernos tienen acceso a una cantidad sin precedentes de datos sobre la vida cotidiana de las personas, lo que les permite influir de manera más precisa y sutil en la forma en que las personas perciben la verdad.

Resistencias y posibilidades en la era de la postverdad

A pesar de la aparente hegemonía de la postverdad, la teoría foucaultiana también nos ofrece herramientas para pensar en las posibilidades de resistencia. Para Foucault, el poder siempre genera resistencias; donde hay poder, hay resistencia. En el contexto de la postverdad, estas resistencias pueden tomar muchas formas: desde el fortalecimiento de los medios independientes hasta la creación de comunidades que fomenten el pensamiento crítico y el diálogo racional.

Además, Foucault no veía la verdad como algo que pudiera ser completamente capturado por el poder. Aunque el poder estructura las condiciones bajo las cuales se produce la verdad, siempre hay márgenes de libertad y espacios para disputar esas verdades. En la era digital, las herramientas que permiten la propagación de la postverdad también pueden ser utilizadas para promover nuevas formas de verdad. Las plataformas de información abierta, las redes de conocimiento compartido y las iniciativas ciudadanas para combatir la desinformación son ejemplos de cómo se pueden generar contra-discursos que resistan las verdades impuestas por el poder.

La relación entre verdad y postverdad, tal como la entendemos hoy, no es una ruptura radical con las dinámicas de poder que Foucault identificó en la modernidad, sino una intensificación y transformación de esas dinámicas. La verdad nunca ha sido algo neutral o puramente objetivo; siempre ha estado moldeada por las estructuras de poder que organizan la sociedad. En la era de la postverdad, lo que se ve exacerbado es la capacidad de múltiples actores para construir y difundir narrativas que desafían las nociones tradicionales de lo verdadero y lo falso.

Sin embargo, la teoría de Foucault también nos recuerda que, aunque el poder y la verdad están intrínsecamente relacionados, siempre existen posibilidades de resistencia. Frente al dominio de la postverdad, la tarea crítica es entender cómo operan las nuevas formas de poder y encontrar maneras de disputar las verdades que imponen. Solo entonces podremos vislumbrar nuevas formas de verdad que resistan a las dinámicas de control contemporánea.


Gabriel Ganiarov


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