Poesía: ¿vehículo de la verdad? Hans Georg Gadamer y la poesía como núcleo de una hermenéutica filosófica



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Hans Georg Gadamer y la poesía como núcleo de una hermenéutica filosófica. 

Introducción:    
Antes de comenzar el curso yo desconocía totalmente a Gadamer. Nunca le había leído antes y desconocía totalmente de su existencia y obra. Fue una revelación para mí, que soy de los que piensan que nunca es tarde para aprender. Había leído anteriormente varias cosas de Hartmann, de Heidegger, a Kant y Descartes. Quedé absolutamente deslumbrado en Gadamer, por la claridad de su pensamiento y la conceptualización, por su riqueza, la fluidez de su sólido discurso epistemológico. 
Quizás se deba a mi afición a la poesía por lo cual sentí una atracción inmediata ante un filósofo que comienza su obra magna Verdad y Método, con un poema de Rilke, dando una clara preponderancia al Ars poética por sobre las demás manifestaciones artísticas. Más andando en las lecturas para el presente trabajo, pude encontrarme muchas ideas interesantes y dignas de desarrollo de las cuales expondré las siguientes: ¿Es la poesía una especie de vehículo para expresar la verdad desde lo ontológico hacia lo gnoseológico? ¿Cuál es el modo en que podemos poner la verdad en el poema? ¿Podemos verla todos?. No son aporías, pues tienen una solución desde la razón y la episteme, pero ello viene relacionado con los conceptos, la verdad no conceptual y conclusiones de Gadamer acerca del gusto y su explicación de lo axiomático en Kant, vistos en las discusiones sostenidas durante el curso y los detallados razonamientos de Gadamer acerca del método cartesiano y su intención de explicar de manera científica lo inconmensurable que habita en el espíritu. 

La Hermenéutica gadameriana de la estética. 
Trataré con honestidad de despejar estas dos interrogantes desde el endeble entramado de mi razón no entrenada filosóficamente hablando, lo haré desde el sensus communis; ese que aprendí con Gadamer, nos habita. Me resultó fascinante el emprender éstas lecturas y ejecutar los razonamientos e interrogantes. El presente escolio no pretende erigirse en tesis, es un simple trabajo de conclusión de curso, así que por razones de espacio y oportunidad no podrá desarrollarse con la debida extensión que por derecho propio tienen estas interrogantes, que sin embargo, revisten una importancia enorme para mí, pues me abrió una fuente de conocimiento, un arroyo del cual jamás había probado sus aguas. 

De la problemática de la verdad en el poema: 
Para conocer a la obra, al enfrentarnos al arte en cualquiera de sus manifestaciones, llevamos una cualidad, no vamos desnudos, pues tenemos un entramado de conocimiento previo, adquirido a través de los años y la experiencia para poder hacer la interpretación de la representación artística que vemos. Gadamer lo denomina Vildung, lo que se atrae, lo que se incorpora, y se constituye en contenidos que alimentan a la razón en su accionar interpretativo. 

Cito a Carrillo (1998): 
“En Die Aktualität des Schönen (1974) Gadamer nos dice: "Percibir [wahrnehmen] no significa que uno reúna puras impresiones sensitivas sino que percibir [wahrnehmen] significa, como lo dice ya la bella palabra misma, »tomar« algo »como verdadero« [etwas »für wahr nehmen«]. Pero esto significa que lo que se ofrece a los sentidos es visto y tomado como algo.". Aquí Gadamer utiliza el conocido juego de etimologías germanas en el verbo wahrnehmen, percibir, el cual está compuesto por el verbo nehmen, tomar, y el prefijo wahr-, que coincide con el adjetivo wahr, verdadero. La construcción del verbo percibir en alemán parece tener su origen en el hecho de que lo que se ve no se duda, sino que se considera verdadero. 
Sin embargo, esta etimologización no demuestra nada - a menos que se participe del fetichismo del lenguaje en la versión, tan extendida, propia a Heidegger y a Gadamer -. En efecto, si no se duda de lo visto, esto filosóficamente está muy poco claro. ¿Qué es aquello de lo que no se duda: de una visión en sentido estricto o de una acción y su descripción? Si se dice que no se duda de ninguna de las dos, entonces hay que decir a cuál de ellas se refiere la última oración de lo citado, y es precisamente aquí donde empiezan los problemas.” El percibir algo como algo tiene en sì mismo un concepto, y la interpretación de ese concepto se infiere a través del juicio que efectuamos de èse enfrentamiento con el objeto a conocer, en éste caso, el poema o la obra artística que se tenga en la observación. Màs para Gadamer, la obra se impone en si misma al espectador, al observante, ya que concatenando el pensamiento de Heidegger con la tesis del ser, el acto del conocimiento artístico es netamente emotivo en un sentido estético.

 Gadamer (2001) nos dice: 
"Aquí nada debe ser conocido o reconocido. (...) De lo que se trata (...) es de que aquí sólo hay un movimiento del agrado estético sin que esté en juego un conceptuar, es decir, sin que algo sea visto o comprendido como algo “. Dicho de otro modo, para Gadamer, no hay una conceptualización, hay logros, logros “no conceptuales”, pues hay una evidente correlación entre el sentido que reconoce y el sentido de lo reconocido en el hecho artístico y está signado por la emoción al conocerlo. 
Recordando a Heidegger (citado en Carrillo 1998) : "Lo primero que hay que evitar es el esquema de que hay sujetos y objetos, conciencia y ser; de que el ser es objeto del conocimiento; que el ser verdadero es el ser de la naturaleza; que la conciencia es el <>, esto es, yoica, la yoidad, el centro de los actos, la persona; que los yoes (personas) tienen frente a sí lo ente, objetos, cosas de la naturaleza, cosas de valor, bienes. En fin, que la relación entre sujeto y objeto es lo que se ha de determinar y que de ello se ha de ocupar la teoría del conocimiento".
 La idea del ser tético viene de Husserl, el maestro de Heidegger, y pasa a Gadamer a través de éste. Hay un correlato de la conciencia discursiva aquí, pues se adquiere un tono interpretativo del ser que se abre a la obra, desde la esfera de la existencia, de la finitud o estrechez, desde la amplitud de aquello que se conoce y de su temporalidad, concepto éste que también se integra en la tesis de Gadamer a través de la tradición. 

Dice Carrillo (1998):
“Respecto de la obra de arte Heidegger dice: "No es el N.N. fecit lo que debe darse a conocer, sino que el simple »factum est« es lo que tiene que ser mantenido visible en la obra: esto, [es decir] que aquí ha ocurrido el desocultamiento del ente (...), esto: que tal obra es más bien que no sea." El acento está puesto sobre el ser mismo, sobre la presencia misma de la obra. Pero toda presencia para los ojos es en principio la tesis del ser en la percepción. 
Así, Heidegger nos dice: "En general podemos percibir en cada cosa que ella es [daß es ist]; pero esto es sólo advertido para, inmediatamente, quedar olvidado a la manera de lo acostumbrado." Y a continuación sigue lo ya citado: "¿Qué puede ser más acostumbrado que el que el ente sea? En la obra, por lo contrario, es esto, el que ella como tal es, lo inusual." La idea básica es muy sencilla y es que, ciertamente, como lo sostiene Husserl, en la percepción de cada cosa ocurre la "tesis del ser", pero, y esto es lo específico de la idea heideggeriana, el ser cae en el "olvido". Por el contrario, la obra de arte se distinguiría de las cosas comunes de todo tipo - incluidos los instrumentos - por el hecho de que su presencia, su ser se nos impone. 
Sería, pues, lo inusual de la obra de arte, lo que suspendería el "olvido del ser", tan criticado por Heidegger.” De resultas entendemos entonces que la obra adquiere una dimensionalidad que desborda al individuo enfrentado a ella, abriéndose en una concepción para poder ser aprehendida e incorporada a través del Vildung que de acuerdo a Gadamer, es nuestro propio constructo que se va haciendo a través del tiempo e incorpora los contenidos al ser en sentido gnoseológico, lo que permitirá su adecuación en la correspondencia de contenidos considerados como verdad y representación y que se incorporan a la dimensión ontológica. 
Pienso que hay una bidireccionalidad aquí, desde el objeto que se aprende en sentido estético y el aprendiz del objeto, o sea, la obra posee un discurso en sí misma que es percibido por el espectador o lector, y el lector o espectador impacta a través de su incorporación de la obra con el elemento de juicio que se forma de la misma. Ello implica la participación del gusto como agente estabilizador del acceso a los contenidos de la obra, de la experiencia sensorial como puente y de la experiencia del logos como motor activado para aprehender al objeto. 
Con Kant se restringe el concepto de gusto al juicio de lo bello en el arte. Al analizar tal fenómeno, Kant concluye que es determinante para la manifestación del arte el que haya un genio que represente no la belleza de una cosa, sino la representación de una idea estética. Y para construir la idea del genio se añade la idea de la vivencia: el artista transforma en arte el trasfondo de sus vivencias por medio de un proceso simbólico. 
Esta concepción de la intervención genial será totalmente rechazada por Gadamer, estructurando su tesis, su esquema, sólo en la explicación fenomenológica del constructo estético a través del Vildung y la tradición para así generar una especie de conciencia grupal, donde el arte, el gusto, es compartido por una gran masa como un saber basado en el sentido común, desposeyéndolo de la idea de intervención genial kantiana.
 El simbolismo presente en la obra de arte genera la idea de representación y de lo representado y ello a su vez alimenta al espíritu, es la idea de conjugar los horizontes que menciona Gadamer como sistema de equilibrio entre el cognoscente y el objeto conocido para poder interpretar el impacto de la obra en el espectador y el del espectador en la obra en su traducción a la mente que observa. 
El programa hermenéutico gadameriano se basa técnicamente en el rechazo de lo que podríamos llamar sentido o significado conceptual. Gadamer afirma que la obra "se dirige a nosotros" y "exige una respuesta”, de hecho, que "demanda aprobación". Esa aprobación es el impacto al cual me refiero. Se traduce entonces en un “diálogo” entre la obra y el espectador donde ambos horizontes, ambos modos de ver la vida, el del espectador y el del artista, conjugan sus horizontes para así hermanarse en el goce de la obra, que a fin de cuentas, es la finalidad del arte con la libertad que ello implica. 
Regresa Carrillo (1998) en mi auxilio: “Si recordamos que en la tradición fenomenológica las proposiciones y demás "actos de pensamiento" - como el comparar, reunir, sumar, entre otros - son considerados una conciencia "sintética" (III cap. 7.), mientras que la visión, y en general la percepción, es considerada como una conciencia "(mono)tética", como la "puesta del ser" (Seinsthesis), entonces tenemos dos tipos de "ser" : el ser sintético o - en la terminología favorita de Heidegger -, "ser de la cópula", y el ser tético. El ser sintético es correlato de todos los "actos de pensamiento", mientras que el ser tético es el correlato de todos los actos perceptivos, en particular de la visión: lo visto, es, o dicho de otra manera, lo que veo lo tengo consciente "como siendo" - a diferencia de, por ejemplo, lo que meramente imagino o recuerdo -. Es de acuerdo a esta diferencia que Husserl nos da su cuarta definición de verdad en el Logische Unsersuchung como la "verdad" de la proposición o "corrección" de la misma (III 123). Tenemos pues, dos tipos de "ser" en tanto formas básicas a priori de objetos de la conciencia, a saber, el ser en la proposición (ser de la cópula o ser sintético) y el ser en la visión (ser tético). El primero corresponde - si la proposición es verdadera - a la verdad sintética de la proposición, el segundo corresponde a la verdad puramente tética de la percepción o visión, "verdad" que no es otra cosa que la presencia - el ser - de lo percibido o visto. 
Esta "verdad" es lo que en el llamado "primer Heidegger" se volvió famoso bajo el nombre de "verdad prepredicativa" o "prelógica", mientras que en el llamado "segundo Heidegger" se volvió famoso bajo el nombre de "lo abierto" (die Offenheit), es decir, de lo accesible a la visión - así sea esta tomada en términos meramente formales . De cualquier manera Heidegger utilizó, por lo menos ya desde Sein und Zeit, el término griego a k - h e i a (verdad). 
Es, en efecto, la definición husserliana de la cosa u objeto mismo como verdad, lo que le permite a Heidegger referirse al término a k - h e i a en Aristóteles y decir: "(...) »verdad« significa lo mismo que »cosa«, »lo que se muestra a sí mismo«" (,para preguntar a continuación: "¿Qué significa el término »verdad« que puede ser utilizado terminológicamente como »ente« y »ser«?",La respuesta pertenece a la fenomenología elemental. Se trata del tercer concepto husserliano de verdad: el objeto, su presencia, se considerada "como el ser, la verdad". 
Si en Aristóteles hay un concepto de verdad prepredicativa o no, es lo de menos. Lo importante es que se trata de una idea elemental y la vez fundamental de la fenomenología husserliana. 
Con esto tenemos el antecedente básico para el concepto gadameriano de sentido. 

He aquí la cuestión medular de las preguntas enunciadas al comienzo en la introducción. ¿Hay una correspondencia entre la verdad expresada en la obra de arte, en el caso concreto de un poema, con ese ser sintético que menciona Heidegger? ¿Sirve la poesía para enunciar esa verdad? 

Dice Gadamer al respecto citado por Carrillo (1998): 
“Gadamer sigue la idea kantiana según la cual la belleza en sentido estricto es "belleza libre", es decir, sin conceptos de ningún tipo. Pero lo que ya no es kantiano es la idea de que los "contendidos significativos" inefables implican "verdad". ¿De qué verdad se trata? Lo importante es realmente la supuesta inefabilidad, porque, suponiéndola, Gadamer va a arribar en última instancia al ser tético discutido arriba, pero ahora como definitorio del arte. En efecto, más adelante en el trabajo que nos ocupa, Gadamer afirma lapidariamente: "El sentido de una obra de arte reside (...) en que ella existe [daß es da ist]". La oración subordinada daß es da ist es una paráfrasis de otra oración de Heidegger en su conocido trabajo Der Ursprung des Kunstwerkes (1935): "¿Qué puede ser más común que el que el ente sea [daß Seiendes ist]? En la obra, por lo contrario, es esto, el que ella como tal es [daß es als solches ist], lo inusual." Pero esto no es nada más que una reformulación especial de la idea husserliana la verdad tética, de la "tesis del ser". Esto es muy fácil de comprobar en el trabajo de Heidegger recién citado.” De allí que concatenando la el discurso de Heidegger y Gadamer, tenemos una certeza de algo muy tangible; para la expresión de verdad es necesaria una condición de inefabilidad en la obra, en el poema. Algo que en el poema conjugue las ideas de belleza, gusto, sentido estético, profundidad, trascendencia, todo ello expresado en el concepto de “inefabilidad” como puente entre el ser tético y el ser sintetico presentes en el acto de conocer la obra y que impactan al espectador. 
Si bien literariamente cada escrito es una representación de lo ficcional, en el sentido epistemológico podemos afirmar que la obra de arte trasmite, trasciende hacia un concepto de verdad expresada porque contiene en su mensaje una interioridad, desde lo ontológico de su creador, y que como expresión genuina es verdadera, porque incorpora el gusto que es producto del sensus communis y porque va desde un ambiente de lo particular a lo general, o sea, desde el individuo hacia el conocimiento del espectador conformándose así en conocimiento general. 
Se constituye en prueba de verdad de acuerdo a su existencia según lo que expresa Gadamer y con lo cual concuerdo plenamente. 
Dice Carrillo (1998): 
“Gadamer nos dice, en verdad, que en su "aceptar y repudiar" el gusto "(...) no titubea y (...) no conoce el buscar razones. Antes bien, el gusto es algo así como un sentido. No dispone previamente de un conocimiento basado en razones.". En otras palabras, con el "gusto" tenemos una de las primeras versiones de un "sentido" el cual, nos dice Gadamer apenas una página más adelante, "(...) reconoce algo - y ciertamente de una manera (...) que no admite ser llevado ni a reglas ni a conceptos." . Con esto último se hace patente el resultado estratégico de la eliminación del "concepto": "razones" y "reglas" implican silogismos basados en conceptos, es decir, proposiciones en sentido estricto. Por lo tanto, el constructum gadameriano de un "sentido" que es un "conocimiento" no "basado en razones", equivale a postular una "conocimiento" y una "verdad" no predicativas. Y especialmente importante es el hecho ya apuntado de que se trata de un "conocimiento" con carácter de grupo. Del conocimiento conceptual universal, digamos kantiano, arribamos a un "sentido" que es "conocimiento" o "reconocimiento" grupal no conceptual pero sí emotivo, el cual, de hecho "(...) nos determina a tomar partido (...) en términos morales y religiosos (...)” Gadamer es lapidario en este sentido pues afirma que no hay una verdad inconmovible y rígida, la verdad es cambiante. Yo añadiría que es como un ser vivo que crece y se desarrolla, que se hace fuerte o débil con el paso de los años y puede ser alimentado o torturado, esto es, cuando a la verdad se la mancilla con la mentira o la maldad. 
Por lo tanto podemos afirmar que si puede el poema servir como vehículo para la expresión de la verdad, ya que cada hombre, cada creador, la posee en sí mismo en este ser tético y sintético que se hermanan al producirse el hecho estético de conocer a la obra. 
Podemos entender el fenómeno a través de las subjetividades implícitas en él desde la óptica del creador o del receptor avanzando así en las nociones del moderno sujeto-objeto, superándolas, se devuelve al fenómeno del arte su historicidad y sentido pragmático con la exposición del concepto de representación y se confiere un carácter festivo al fenómeno del arte poniendo de relieve su temporalidad, su inmanencia a una época determinada que, sin embargo, puede tocar aún desde la noche de los tiempos al espectador, gracias a la emotividad que magistralmente describe Gadamer en su obra. 

Y esto, es la verdad en el poema. La verdad no predicativa… la verdad que existe a la vista de todos… como un sentimiento compartido en el gusto….por todos…..en el poema. 


Gabriel Ganiarov


 Bibliografía: 

Carrillo Canán, A. J. L., Poesía e interpretación en Heidegger, en: Beuchot, M. (ed.), 

La voz del texto. Polisemia e interpretación, UNAM, México 1998. 

Diccionario filosófico José Ferrater Mora. Versión en PDF 

Gadamer, H.G. , Verdad y método I. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001

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